Las huertas urbanas, los jardines verticales y las plantas ganan espacio. La tendencia arrancó hace unos años por el efecto encierro que generó la pandemia y cada vez son más quienes deciden conectar con lo natural y cosechar sus propios alimentos en balcones y terrazas. De hecho, crecen los desarrollos que incorporan la naturaleza en sus diseños.
Por otra parte, y a la par de una indagación consciente sobre lo que se consume, surgieron emprendedores que apostaron por un negocio nuevo que apunta a seducir a quienes deciden cultivar sus propios alimentos. Un caso es el de Sebastián Padín, quien hace cuatro años creo Verdeagua Hidroponia, la empresa especializada en el diseño de huertas hidropónicas automatizadas en espacios reducidos que de dedica a desarrollar sistemas productivos. También brindan servicios a empresas y fundaciones, y organizan cursos y talleres, tanto para quienes deseen aprender a cultivar sus alimentos, como para aquellos que apuntan a lanzarse como emprendedores. Padín cuenta que la compañía surgió hace cuatro años a partir de un interés personal que fue creciendo con el objetivo de acercar el cultivo a la ciudad. Hoy trabaja junto a su socia, Florencia Burgardt y un equipo comprometido con el medio ambiente y la buena alimentación. “Cada vez hay más productores que trabajan con la técnica de cultivo hidropónico. Se trata de cultivos más eficientes, que se pueden realizar en espacios reducidos.
Teniendo un balcón, en menos de un metro cuadrado, con luz directa por lo menos tres horas al día, se puede empezar a cultivar”, relata el emprendedor. Los kits de iniciación incluyen nutrientes, sustrato y semillas y se ofrecen entre los $1200 y los $5000. También se pueden adquirir huertas automáticas, ya diseñadas y armadas, que oscilan entre los $22.000 y los $36.000, según cuenta el fundador de la firma. Entre los módulos de huerta standard está la “urban vertical”, por ejemplo, que permite cultivar cien plantas y obtener aproximadamente diez kilos de verdura al mes. Las verduras de hojas verdes como la rúcula, la acelga y kale son las más fáciles para empezar, dice Padín, pero son muchas las variedades que se pueden obtener. Durante el período de aislamiento, señala, la línea urbana multiplicó por seis su demanda. “Desde hace tiempo las personas empezamos a querer comer más sano y de manera más consciente. Para nosotros esto es muy importante, y la hidroponia tiene muchísimos beneficios. Entre ellos se destacan, por ejemplo, que requiere menos espacio y que la calidad de las verduras que se obtienen si uno maneja bien la técnica es muy buena. Además, permite tener cultivos verticales, sin agroquímicos y sin daño ambiental, ya que no se dejan residuos en el agua ni en la tierra. Esto, entre muchas otras cosas. Por eso, nosotros siempre le dimos mucha importancia a la difusión. Nuestra cultura es educar”, dice, y cuenta que además de la línea urbana, trabajan con fundaciones y con emprendedores que quieren dedicarse a la producción de vegetales para su comercialización.
Otro caso es el de Verde al cubo, el proyecto que surgió en 2012 de la mano de Agustín Casalins, Florencia Barreira, Ramiro Etchegaray y Federico Nervi. Se dedica a desarrollar tecnología para cultivos y transferir conocimientos para dar acceso a alimentos abundantes y nutritivos a través de la agricultura urbana y la producción comercial. «El cultivo hidropónico es aquel que se realiza sin tierra, en el que los vegetales se plantan sobre un soporte inorgánico (como la lana de roca o la turba), y donde los nutrientes llegan a la planta directamente a través del agua. De esta forma se hace innecesario el uso de herbicidas y se reduce entre un 50 y un 90% la necesidad de utilizar pesticidas«, detalla Agustín Casalins, socio fundador de la firma.
Florencia Barreira, otra de las socias de Verde al Cubo habla de un cambio de paradigma, se pasa de fertilizar suelos a nutrir las plantas, para lo cual es fundamental conocer en profundidad los requerimientos de cada especie vegetal. Cuenta que durante la pandemia, al igual que todos, la firma debió revisar proyectos, prioridades y decidir dónde enfocarse. «El ambiente cambió, las prioridades se modificaron y la problemática de la alimentación hizo eco cada vez más fuerte, así que nuestros productos y servicios se hicieron más relevantes» relata. Un dato, a partir de la pandemia, el curso online de Hidroponia Productiva para Emprendedores duplicó la cantidad de alumnos y pasaron de dictar una fecha por mes a sumar una fecha adicional. Viendo el nuevo panorama, se abocaron además al lanzamiento de dos nuevos cursos que ya tenían en marcha: en abril lanzaron Cultivo de tomate y en mayo Nutrición Vegetal. Las consultas sobre cultivos hogareños crecieron, por lo que decidieron hacer tutoriales para que la gente se animara a cultivar con lo que tenía en casa. Más tarde, optaron por lanzar un kit de huerta urbana, que salió en junio, junto con un curso de huerta urbana, apuntados ambos a quienes viven en la ciudad y no tienen conocimientos, ni mucho espacio.
Qué se necesita para hacer una huerta en casa, es la pregunta de quienes sueñan cultivar sus alimentos en el balcón. La respuesta es: un mínimo de tres horas de sol, muy poquitos metros cuadrados, riego y un poco de dedicación, explican desde Verde al Cubo.
Entre los beneficios de cultivar en casa, se destaca la posibilidad de descubrir los sabores reales de los alimentos, ya que no se usan compuestos ni químicos ni tóxicos en su desarrollo. Además, se ayuda a preservar el medio ambiente, ya que esos alimentos no formaron parte de la cadena de transporte lo que significa que, por ejemplo, no sumaron petróleo ni en su traslado ni en su empaque.
También son muchos los que buscan formarse para emprender nuevos proyectos comerciales: Barreira destaca que si bien la hidroponía es una técnica de cultivo muy valiosa no es suficiente conocer esta técnica para lograr que un proyecto sea exitoso. «Hay que acompañar este saber técnico con la comprensión del modelo de negocio asociado: ¿qué cultivo me conviene producir? ¿A quién se lo voy a vender?¿Cómo lo voy a comercializar?, entre otras cuestiones de índole empresarial. Por sobre todo, para emprender, es clave tener una alta capacidad para el cambio y mucha perseverancia. Yo recomiendo no improvisar, prepararse, estudiar, investigar y comenzar haciendo pequeños prototipos de cultivos para aprender de los errores a pequeña escala antes de pasar a una producción más grande», aporta la socia de Verde al Cubo.
Desarrollos distintos
El desafío de conjugar arquitectura y sustentabilidad va mucho más allá de una estrategia de marketing. Los desarrolladores entendieron que ya no es opción y que los compradores de las nuevas generaciones «cuestionan» desde cómo se construye un edificio hasta de qué manera se pueden generar construcciones que consuman menos. «El desarrollo sustentable implica pasar de un esquema pensado en términos cuantitativos, basado sólo en el crecimiento económico, a uno de tipo cualitativo dónde los aspectos sociales y ambientales también se tienen en cuenta«, relata Hugo Torres, titular de la desarrolladora Qe2, la empresa que avanza en la construcción de Allegra, un edificio eco smart ubicado en Caballito. Hay que tener en cuenta que la sustentabilidad tiene que estar planteada en el diseño desde el principio de la concepción del edificio.
Cynthia Goytia, directora del Centro de Investigaciones de Políticas Urbanas y de Vivienda (Cipuv) de la Universidad Torcuato Di Tella, reconoce que hay un cambio de concepción con respecto a la sustentabilidad. «Antes pensábamos que era un lujo de las ciudades que pueden implementar este tipo de proyectos. Hoy entendemos que es una necesidad y que temas como eficiencia energética deben ser prioridad para políticas urbanas y de vivienda», analiza. La aplicación de tecnología también es clave pero no alcanza para transformar una vivienda en sustentable. «Si queremos ahorrar, primero vamos a tener que construir para tener un ‘buen envolvente’ una buena aislación y luego podemos pensar en los productos que se ofrecen en el mercado», relata Martín Mom, gerente General para Sudamérica de Rehau, la firma enfocada en equipamientos para el hogar, entre los que se destacan las ventanas de PVC y los sistemas de climatización. En síntesis, construir de una forma sustentable exige involucrar a los distintos actores que intervienen en el proceso constructivo que van desde los diseñadores y arquitectos hasta los proveedores y fabricantes de materiales, urbanistas y parquizadores, pasando por el Estado, desarrolladores y compradores. Todos y cada uno de ellos deben estar comprometidos en las acciones y variables que se exponen a continuación.
Está comprobado que los techos verdes mejoran la protección frente al ruido, reducen el efecto de isla de calor de las ciudades y bajan la contaminación del aire, entre otros beneficios. «La vegetación mejora el entorno, regula la humedad, aporta sombra en verano y sirve de filtro y barrera de viento en invierno». Esta fue una de las conclusiones del Foro Nacional de Vivienda Sustentable (FNVS), llevado a cabo en junio en el Centro Cultural de la Ciencia, en Buenos Aires. Torres habla de prevenir el efecto invernadero interno a través de una «envolvente verde» que, en el caso de su proyecto Allegra comienza por un jardín vertical en el hall de acceso al edificio, continúa en los balcones al frente y contrafrente y coronando con la terraza ajardinada. Además, las últimas dos losas serán aisladas de manera térmica y acústica y sus ventanales con doble vidriado hermético lograrán mantener una temperatura ambiente regular, evitando el uso de la calefacción y la refrigeración de forma desmedida. «Como innovación en edificios de viviendas, se colocará en las cocheras de planta baja un sistema de pisos absorbentes que también contribuye a la conservación del medio ambiente, dirigiendo el agua de lluvia a las napas y mejorando significativamente el microclima gracias a su estructura permeable», detalla el desarrollador. En línea con la tendencia, Gerardo Azcuy, fundador y director General de Azcuy compañía integral de Real Estate, cuenta que desde el 2010 incorporaron jardines verticales en los halls de entrada y balcones con vegetación integrada en todos sus edificios. Además, los balcones incluyen maceteros dotados de un sistema de riego automatizado y control de nutrientes. «Esto garantiza un tapiz permanentemente verde en la fachada del edificio, que al mismo tiempo funciona como un método natural de aislamiento térmico, regula la humedad del ambiente, contrarresta los efectos de la polución y mejora la calidad del aire», sostiene.
Por caso, los proyectos de la serie actual Donna, se caracterizan por sus jardines, terrazas y balcones con parquización a gran escala. Es decir, integran espacios verdes amplios y cuidadosamente diseñados. Además de la vegetación, cuentan con grandes ventanales de piso a techo que desdibujan los límites entre el interior y el exterior. El desarrollador señala que la sustentabilidad es una premisa fundamental en el desarrollo de sus obras. Entre otras acciones incorporan, además de sistemas de riego, un sistema de recolección de agua de lluvia que nutre dicho riego, y paneles solares que alimentan a los espacios comunes generando una reducción de hasta un 35% en el consumo eléctrico.
La creatividad es fundamental, y una de las acciones que la firma llevó a cabo para generar un impacto social positivo en la comunidad fue en alianza con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. En el 2019 lanzaron la primera edición del premio Azcuy, un concurso nacional de Arte Contemporáneo de convocatoria abierta. Su ganador, Diego Bianchi, actualmente está produciendo una obra creada especialmente para emplazar en uno de los proyectos que desarrolla sobre la avenida Pedro Goyena en Caballito. «Se trata de una estructura tubular metálica similar a una lombriz. Una de las partes que la conforman es una compostera para el tratamiento de residuos orgánicos y que estos se transformen en tierra fértil. Además de ser una obra de arte, por su concepción es una propuesta que nos interpela y nos motiva a involucrarnos en el cuidado del medio ambiente y la naturaleza», afirma el desarrollador, quien nota que a partir del contexto actual, las personas dan mayor importancia y valoran más la existencia de estos espacios y de ambientes con luz natural.
La decisión de incorporar al verde como parte del diseño de un emprendimiento no es sencilla y debe ser pensada de modo que resulte funcional. Azcuy explica que busca que la misma predomine en los balcones de los dormitorios, que suelen ser los lugares de mayor intimidad y contemplación, e intentamos liberar los espacios exteriores contiguos a las salas de estar, para que las personas puedan equiparlos con mobiliario y darles uso. Por supuesto, hay costos extras. Entregar las unidades con maceteros ya integrados, con sistema de riego automatizado, instalar en el edificio un sistema de recolección de agua de lluvia que alimente dicho riego, el minucioso trabajo de paisajismo, y un sinfín de otros elementos y diferenciales generan costos adicionales. “Pero entendemos que no podemos tener el foco en eso sino en el producto final que queremos ofrecer”, finaliza Azcuy.
FUENTE www.lanacion.com